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Sobre el liderazgo: Evitando el complejo de secta y cómo empoderar al practicante.

Toda agrupación de artes marciales necesita un líder. Alguien que sea sensible a las necesidades del colectivo, inteligente para el manejo logístico y profesional en su relación con la organización. Siempre he creído que un buen instructor sabe separar su vida personal de su vida como instructor mismo, pero no por ello evita dejarse ver vulnerable frente a sus estudiantes.


La visión del instructor como una idealización perfecta de autoridad irrebatible es sencillamente inhumana. El instructor también regresa a casa a descansar, cenar, de vez en cuando desvelarse viendo tonterías en internet y tiene mañanas negativas donde las estrellas simplemente no se alinean. También se enferma, se le muere la mascota, se le descompone el carro, tiene que atender su cita para el pasaporte, cuidar a sus familiares, etc.


El instructor es como tú y como yo.


Yo (Izquierda) y Rodrigo (Derecha) con mi amigo y primer maestro de artes marciales, Miguel (Centro)

Tal vez sea la forma en que la escuela nos ha enseñado (o mal enseñado) desde chicos que la autoridad siempre debe tener la razón. Concuerdo con que una persona desarrollándose en su infancia aún necesita liderazgo firme, pero debe llegar un punto donde comprende y puede explorar sus propias ideas y argumentos. Cuando crecemos y comenzamos a tener pensamientos más abstractos y críticos, es posible y justo poner un lugar digno al liderazgo que tenemos al rededor, bajo nuestra propia comprensión.


No puedes esperar que los adolescentes y adultos trabajen de la misma forma que un niño. He escuchado a maestros de primaria decir "a ellos ya no puedes mentirles" y es cierto. Un adulto no tiene por qué obedecer ciegamente lo que le dictamina la autoridad, porque ya comienzan a cuestionarla. Quien alcanza la adolescencia ya tiene que hacer las preguntas complejas, no sólo seguir. Tiene que aprender a aprender y a tener su propia voz.



 

Entrando a la secta


¿Has visto en internet esos vídeos de "Maestros" de artes marciales que pueden derribar a un estudiante sin si quiera tocarlo? Déjame ser un poco indulgente con unos ejemplos:



¿Cómo es eso posible? Y no me refiero a la técnica (Eso seguro es un secreto místico). Me refiero a ¿Cómo puede haber gente tan insensata para creer esto? La respuesta es más cercana a lo que podemos imaginarnos, en realidad. Todo comienza con una autoridad tóxica y un estudiante impresionable.


"Autoridad" es una palabra que muchos le tienen miedo. Autoridad no es un problema, la mala autoridad lo es. Cuando una persona se encuentra frente a un instructor, es necesario que esté en buen ánimo de aceptar y respetar lo que el instructor dictamine. Pero eso es sólo la mitad del trabajo, pues hay una relación bilateral de confianza aquí. La otra mitad proviene de que el instructor logre dar las herramientas al alumno para que comprenda y razone lo que está haciendo.


Si esta otra mitad no se lleva a cabo, los alumnos se verán divididos en dos grupos: Aquellos que con eso es suficiente porque no necesitan razonar lo que hacen, y aquellos que les genera ansiedad las cosas que no están teniendo sentido. Normalmente, el segundo grupo termina por irse.


La agrupación termina entonces por ser conformada por una mala autoridad y alumnos impresionables que no tienen las herramientas para comprender lo que sucede, y ello desemboca en lo que viste en el vídeo anterior. Como un hipnotista, el instructor filtra su alumnado y permanece con los más sugestionables. Los que harán todo lo que se les diga. Los que encuentran en la obediencia ciega la pareja perfecta frente a su inseguridad propia de razonar por su propia cuenta. Bienvenido al culto.


Pero eso es sólo un extremo de la balanza. Los que tenemos sentido común y pertenecemos a una organización "normal" estamos lejos de eso, ¿No? Pues... No necesariamente. Sin darnos cuenta, varias actitudes en clase pueden desembocar en cierto grado de este mismo problema.


Como figura de autoridad, las opiniones y el discurso del instructor tiende a decantarse sobre los alumnos. Si éste tiene una opinión negativa sobre algún tema, esta opinión comenzará por compartirse en los alumnos. Si el instructor es posesivo, irrespetuoso, nunca acepta cuando algo sale mal, los alumnos pensarán que así deben ser las cosas. He oído historias de instructores a los que los alumnos le hacen los trastes, le hacen favores extraños, permiten ser gritado sin necesidad y en otros casos extremos, hasta aquellos que le hacen "favores" sexuales.

¡Woah! Parece que esto escaló muy rápidamente. Pero debes aceptar que todo era diversión y juego cuando ves a gente proyectada con energía Chi y volando por todas partes, hasta que te detienes a pensar: ¿Qué pasaría si eso sucede en mi organización?, o peor aún ¿Ya está sucediendo?



 

El instructor visible


Como líder de una organización, y como alguien que tuvo buenos ejemplos de liderazgo a lo largo de su práctica antes que eso, me di cuenta que entre más quería influir positivamente a mis alumnos, menos necesitaba decirlo. Liderar con el ejemplo se convirtió en el fundamento de trabajo (y quiero decir esto de la forma menos romántica posible).


En vez de filtrar un modelo de instructor idóneo y presentarme frente a ellos con una máscara ficticia, decidí dejarme ver más frente a mis alumnos. Explicar la técnica con buen ánimo ligero, reír un rato, pelear con ellos, preguntarles sobre cosas que me interesaban. Interactuar sin barreras.


El instructor también a veces pelea junto con Jackie Chan y Owen Wilson.

Pensé que si el instructor influye tanto sobre el alumno, ellos debían de conocer más de él mismo que sólo lo que se presenta como parte de la currícula de la clase. Ellos así conocerán mejor el tipo de liderazgo que hay en la organización si pueden ver a un ser humano completo.


Por ejemplo, en vez de hablarles de lo que yo creo que es el respeto e integridad, a ellos les tocará ver momentos donde me verán siendo de una forma donde puedan crear una idea sobre el respeto, en ese caso para mi, y que a partir de ello lo decanten dentro de si mismo. No se trata de prepararles explicaciones, se trata de sólo ser uno mismo. Si la comunidad empieza a crecer de una forma positiva, es porque TODOS los miembros - el liderazgo y los alumnos - están siendo positivos. Es un resultado natural de las cosas.


Miembros de Ritterschaft HEMA en su estado natural. #nofilter

Tuve una plática una vez con un maestro de historia, quien me decía que buscaba maneras de que sus alumnos se interesaran más personalmente por la clase. Yo le decía "¿Y tú te muestras personalmente interesado por la clase?", a lo que me respondió que trataba de que se viera un ambiente profesional y enfocado en el contenido didáctico. Le platiqué que consideraba que eso era el problema. Si los alumnos no ven a un ser humano al frente de la clase, difícilmente se sentirán humanos frente al tema porque su liderazgo no lo representa.


Un líder debe ser visible. Lo que obtienes es lo que miras.


Si tu líder no sabe controlarse, no esperes aprender de control. Si tu líder no sabe ser respetuoso, no esperes poder serlo. Si tu líder no se desempeña bien en el arte marcial, no esperes desempeñarlo tú.


Y si tú, como líder, sientes que hay cosas que tienes que esconder, me temo que estás fallando. Como aquellos que no enseñan las mejores técnicas para evitar el crecimiento de sus alumnos para que no "les ganen". El evitar ser visible proviene del miedo al fracaso. Un instructor con miedo no podrá enseñarle a sus estudiantes sobre la victoria y el fracaso. Demuestra que nunca aprendió a lidiar con ello.



 

El instructor imperfecto


La perfección es la más cruel de las ilusiones. Un artista marcial de verdad sabe que el fracaso es parte esencial del crecimiento y todos estamos creciendo constantemente. El instructor no siempre tendrá las palabras indicadas, no siempre ganará campeonatos, no siempre será eficiente en su enseñanza. Sin duda es requisito que deba ser muy bueno en su arte - por eso es instructor - pero si realmente aprendió algo, es que a veces algo va a fallar.


Me molesta mucho ver a instructores que tratan de explicar una técnica frente al grupo con el apoyo de un alumno donde éste hace todo lo que el instructor pidió pero si el instructor no puede lograr la técnica, culpa al alumno. "Atacó mal" dice, en un intento de cambiar el enfoque del error y dejarlo en los hombros del otro.


Quedar expuesto es el terror de muchos. Para mi, quedar expuesto es parte de la descripción del trabajo.


Si no te gusta quedar expuesto, mejor no te pares frente a un grupo.

Me agrada decir, por supuesto, que normalmente mis demostraciones de técnica con intensidad funcionan como era de esperarse. Y también me agrada decir que hay veces en las que no. A veces fui muy lento, angulé mal el arma, la distancia no fue la indicada y recibo un golpe a pesar de mi intento de defenderme. Cuando eso sucede, me gusta explicar lo que salió mal. A mi. Al instructor. El alumno hizo todo bien. Pero fallé yo y quiero que les quede claro lo que sucedió.


Es importante exponer cuando las cosas salen bien, pero también cuando las cosas salen mal. Esto dará una mejor comprensión de las condiciones que permiten que una técnica funcione y las condiciones en las que no.


A finales de cuenta, no se trata de ser perfecto, se trata de ser mejor para los alumnos y darles un ejemplo de liderazgo que les permita hacerse las preguntas indicadas. Aquellas que los haga buscar razonar sobre lo que se les está exponiendo. Esto también incluye el hecho de que siempre hay espacio para mejora.


Un instructor imperfecto es mejor ejemplo a seguir que una ilusión de perfección inalcanzable.



 

El practicante más poderoso


Empoderar al practicante es el hilo conductor de una agrupación. En realidad, es la única razón por la que existe una escuela de artes marciales. Con un enfoque en el alumno - estando éste dispuesto - la organización debe darle las herramientas necesarias para que el entrenamiento sea de provecho y que pueda prepararlo con ejercicio real para los peldaños más difíciles de la representación de su arte.


En ningún momento debe confundirse esto. Una organización que sólo piensa en exprimir económicamente a sus miembros, o a funcionar como expresión de ego de su instructor, es notorio. Y también una organización con un liderazgo pobre que no tiene ambición por mejorar a sus miembros. Son estas organizaciones las que siempre tienen algo que esconder. Demasiado disfuncionales como para darle a sus miembros experiencia real y un ambiente de crecimiento personal positivo.


Darles a los miembros experiencia real y un ambiente positivo es una ABSOLUTA NECESIDAD, pero para ello el liderazgo debe contar con experiencia y actitud positiva. Con esto los miembros aprenderán a desenvolverse como individuos. No por ser mandados a hacer las cosas, sino porque en su razonamiento entienden lo que son las mejores decisiones para sí mismos y para la agrupación. Los alumnos aprenden a tener voz pública.


Miembros subieron al escenario dudosos pero salieron con una sonrisa. ¡Meta lograda!

Es por ello que un líder debe buscar siempre maneras para rediseñarse y mejorar como instructor para poder dar más y mejores oportunidades de crecimiento a sus alumnos. Por otro lado, si el liderazgo es un ejemplo de pasividad y descuido, los alumnos se infectarán del mismo desinterés por progresar.


El practicante más poderoso es aquel que con sabiduría puede dudar de si mismo, porque claro, dudar de todo es intelectualmente igual de pobre como creerlo todo. Por eso es importante confrontar y aprender tanto de las fallas como de las victorias, aquello que da la experiencia a lo largo del tiempo. La exposición a esas experiencias la deberá guiar el liderazgo de una agrupación con buena metodología.


A mis alumnos siempre les digo: "Como instructor soy su guía, no su dueño." Con esto en mente pienso que el crecimiento de mi agrupación no vendrá de la grandeza de su instructor, sino de los logros de sus alumnos.


El instructor enseña sobre lo que tiene conocimiento. Si el instructor carece de buenas cualidades, será imposible promover buenas prácticas. Un buen instructor no es perfecto, pero su conocimiento y experiencia son algo respetable. Así que la próxima vez que estés aprendiendo de alguien, entiende que también es un ser humano y deberás verlo por el tipo de ejemplo que puede darte tanto como practicante y como persona. ¿Qué hace dentro y fuera de organización?, ¿Qué ejemplos puedo ver en su actuar sobre lo que dice?, ¿Puedo reconocer cuando está en ánimo y carácter de enseñar y cuando no?


Porque a fin de cuentas, aunque como practicantes de una disciplina - instructores o alumnos - no podamos ser perfectos, lo que sí podemos aspirar es a ser mejores humanos. Un liderazgo positivo, honesto y cercano nos ayudará a llegar a ello.

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